Eliseo Tejeda Olmos
Antes que Carlos Salinas de Gortari hiciera tan conocida la frase de solidaridad y solidarios, acá en el terruño fue José Zaydén Domínguez, actual cronista de Xalapa, quien la uso constantemente. Hoy, creo firmemente, es más que necesaria la solidaridad entre los reporteros, los “obreros del periodismo” como nos autodefinimos algunos.
¿Por qué?, las circunstancias y los hechos están a la vista: agresiones, chismes, despidos injustificados, sanciones injustas, desapariciones y represión del lado patronal y de las fuentes informativas que se cubren, se están convirtiendo en el pan de cada día para los reporteros.
Ya nuestro amigo Emilio Cárdenas Escobosa abordó en una de sus colaboraciones con diferentes medios locales, primordialmente para el portal que dirige junto con Felipe Hákim y Francisco Saucedo –Crónica del Poder- el hecho de que con la presente contienda electoral por la gubernatura, 50 diputaciones locales y 212 presidencias municipales, los periodistas quedamos a dos fuegos en el mejor de los casos.
En la lucha por el poder político, una de las aristas que presenta el difícil pero apasionante trabajo del periodismo, los reporteros quedan de un lado u otro de manera consciente o inconsciente. La realidad aunque duela es que unos buscan prebendas y otros, humanos al fin, lo hacen por empatía con determinado candidato, partido político o ideología o simplemente por sentirse, verdadera o infundadamente, relegados por determinada corriente política.
Lo anterior es casi imposible de hacerlo reconocer a los protagonistas de tal situación, pero pues allá ellos. Lamentable es que en algunos casos como el del señalamiento de la columna con.tacto del diario política –así en minúsculas- sin ningún tacto precisamente, se acuse a las periodistas Irma Quezada y Verónica Huerta de manipular la protesta pública que hicieron algunos reporteros, no todos como debiera haber sido, por la desaparición del colega y amigo Evaristo Ortega Zárate.
Y no fueron todos porque sabemos que de hacerlo, de salir en la fotografías que les tomaron los informadores políticos, se exponían a ser boletinados ante sus patrones y consecuentemente sancionados por andar de escandalosos y mitoteros. Ironía de la vida, los que ejercen la libertad de expresión para otros no pueden hacerlo para si mismos.
Si se puede acusar -y si no, que las mismísimas Irma y Verónica me lo refuten-, de que las dos Periodistas estuvieron en la Plaza Lerdo y dieron valientemente la cara para explicar que ellas y los otros compañeros, estaban ahí por solidaridad con el compañero desaparecido y su angustiada familia, porque ahora fue él y mañana podría ser cualquiera de nosotros.
Más allá de cuál es la mano que mece la cuna, la que sugirió o pagó el comentario no anónimo del diario política, que quede bien claro y que incluso –porqué no- pudo ser oficioso, solamente para quedar bien con alguien o algunos, se demuestra la indefensión de los “obreros del periodismo” ante los intereses del patrón, del empresario, del dueño del medio de comunicación.
Negar el derecho de réplica a las dos Periodistas, no como trabajadoras de la comunicación, sino como ciudadanas deja mucho que desear del periódico fundado por don Yayo Gutiérrez y quien nos diera cobijo un tiempo para publicar esta columna, cuando carecíamos de otros espacios.
Por congruencia, profesionalismo y ética, la carta enviada por Irma y Verónica debió ser publicada por el diario que publicó los comentarios en que las acusan de manipuladoras, la actitud de quienes dirigen el diario política es desafortunadamente, otra más de las actitudes prepotentes y autoritarias de los dueños de los medios de comunicación, los patrones que rara vez coincidirán con la ideología de los obreros del periodismo, así de simple, así de descarnada es la realidad.
Por eso es que insisto, hace falta solidaridad, ser solidarios entre quienes no son patrones de los medios de comunicación, aunque ilusamente algunos reporteros se lo crean hasta que son despedidos en buenos términos si tienen suerte o en muy malos si no la tienen. Las anécdotas pueden ser contadas por los mismos protagonistas que siguen trabajando y ejerciendo el difícil y apasionante trabajo de periodistas.
Evaristo Ortega Zárate sigue desaparecido. Hoy han señalado por encargo u oficiosamente a dos compañeras Periodistas. Ayer, despareció él, hoy fueron difamadas ellas, mañana ¿quién sigue? ¿habremos de permitirlo, si no todos, la mayoría de los que viven y trabajan como periodistas?
Comentarios: telefonorojo2006@yahoo.com.mx
¿Por qué?, las circunstancias y los hechos están a la vista: agresiones, chismes, despidos injustificados, sanciones injustas, desapariciones y represión del lado patronal y de las fuentes informativas que se cubren, se están convirtiendo en el pan de cada día para los reporteros.
Ya nuestro amigo Emilio Cárdenas Escobosa abordó en una de sus colaboraciones con diferentes medios locales, primordialmente para el portal que dirige junto con Felipe Hákim y Francisco Saucedo –Crónica del Poder- el hecho de que con la presente contienda electoral por la gubernatura, 50 diputaciones locales y 212 presidencias municipales, los periodistas quedamos a dos fuegos en el mejor de los casos.
En la lucha por el poder político, una de las aristas que presenta el difícil pero apasionante trabajo del periodismo, los reporteros quedan de un lado u otro de manera consciente o inconsciente. La realidad aunque duela es que unos buscan prebendas y otros, humanos al fin, lo hacen por empatía con determinado candidato, partido político o ideología o simplemente por sentirse, verdadera o infundadamente, relegados por determinada corriente política.
Lo anterior es casi imposible de hacerlo reconocer a los protagonistas de tal situación, pero pues allá ellos. Lamentable es que en algunos casos como el del señalamiento de la columna con.tacto del diario política –así en minúsculas- sin ningún tacto precisamente, se acuse a las periodistas Irma Quezada y Verónica Huerta de manipular la protesta pública que hicieron algunos reporteros, no todos como debiera haber sido, por la desaparición del colega y amigo Evaristo Ortega Zárate.
Y no fueron todos porque sabemos que de hacerlo, de salir en la fotografías que les tomaron los informadores políticos, se exponían a ser boletinados ante sus patrones y consecuentemente sancionados por andar de escandalosos y mitoteros. Ironía de la vida, los que ejercen la libertad de expresión para otros no pueden hacerlo para si mismos.
Si se puede acusar -y si no, que las mismísimas Irma y Verónica me lo refuten-, de que las dos Periodistas estuvieron en la Plaza Lerdo y dieron valientemente la cara para explicar que ellas y los otros compañeros, estaban ahí por solidaridad con el compañero desaparecido y su angustiada familia, porque ahora fue él y mañana podría ser cualquiera de nosotros.
Más allá de cuál es la mano que mece la cuna, la que sugirió o pagó el comentario no anónimo del diario política, que quede bien claro y que incluso –porqué no- pudo ser oficioso, solamente para quedar bien con alguien o algunos, se demuestra la indefensión de los “obreros del periodismo” ante los intereses del patrón, del empresario, del dueño del medio de comunicación.
Negar el derecho de réplica a las dos Periodistas, no como trabajadoras de la comunicación, sino como ciudadanas deja mucho que desear del periódico fundado por don Yayo Gutiérrez y quien nos diera cobijo un tiempo para publicar esta columna, cuando carecíamos de otros espacios.
Por congruencia, profesionalismo y ética, la carta enviada por Irma y Verónica debió ser publicada por el diario que publicó los comentarios en que las acusan de manipuladoras, la actitud de quienes dirigen el diario política es desafortunadamente, otra más de las actitudes prepotentes y autoritarias de los dueños de los medios de comunicación, los patrones que rara vez coincidirán con la ideología de los obreros del periodismo, así de simple, así de descarnada es la realidad.
Por eso es que insisto, hace falta solidaridad, ser solidarios entre quienes no son patrones de los medios de comunicación, aunque ilusamente algunos reporteros se lo crean hasta que son despedidos en buenos términos si tienen suerte o en muy malos si no la tienen. Las anécdotas pueden ser contadas por los mismos protagonistas que siguen trabajando y ejerciendo el difícil y apasionante trabajo de periodistas.
Evaristo Ortega Zárate sigue desaparecido. Hoy han señalado por encargo u oficiosamente a dos compañeras Periodistas. Ayer, despareció él, hoy fueron difamadas ellas, mañana ¿quién sigue? ¿habremos de permitirlo, si no todos, la mayoría de los que viven y trabajan como periodistas?
Comentarios: telefonorojo2006@yahoo.com.mx