Teléfono Rojo
Eliseo Tejeda Olmos
No recuerdo haberme fijado en él, aunque seguramente lo vi correr de niño por las calles del vecindario y más recientemente, tomando del brazo a su abuela a quien cuidaba.
Me han dicho que no era un joven demasiado inquieto ni proclive a llamar la atención más allá del entorno familiar y que logró pasar el examen de ingreso a la Universidad Veracruzana, pero no lo recuerdo, yo que tiendo a fijarme en las caras y los nombres no solamente de los adultos, sino de jóvenes y niños.
Con eso de que un tiempo para acá me he dedicado a trabajar el periodismo en las redes sociales, vi que mi hija Mónica, periodista como yo, compartió el aviso de su búsqueda y ya posteriormente me enteré que era hijo de un vecino.
Igualmente compartí en mis cuentas de Facebook y twitter, el aviso de la búsqueda que se difundió en las redes sociales y en los periódicos locales y que al final tuvo un resultado trágico y doloroso para sus padres, hermanos y amigos verdaderos, al ser encontrado muerto en el fondo de un barranco de la zona montañosa de Xico.
Lo que me conmueve y anima a escribir estas líneas es el amor de su padre, quien no cejó en buscarlo y caminó y preguntó hasta encontrar el cuerpo de su hijo, al que ya dio sepultura con el gran dolor que solamente pueden entender aquellos que -por cualquier circunstancia- ven morir a una hija o un hijo, lo cual no se acepta la más de las veces porque siempre esperamos morir primero nosotros.
Y entonces pienso, como espero piensen muchos hijos y también padres, ocupados los unos y los otros en sus asuntos: el trabajo, la manutención de la casa, el pago de los estudios, el aprobar las materias de la escuela, la diversión con los amigos, cada quien con sus propias preocupaciones cercanas y del momento.
¿Podríamos tomarnos un tiempo, ambas partes, para expresarnos que sobre todo nos amamos? Que cada acción, unos trabajando hasta jornadas extenuantes y otros viviendo su juventud porque solamente es una, se da en el contexto de que cada quien quiere demostrar a la otra parte que la quieren.
Ignoro totalmente la relación que haya existido entre ese hijo y su padre -mis vecinos- que lo buscó incansablemente, pero hay cosas como el amor que se sostienen más de hechos que de palabras, aunque éstas últimas sean muy bonitas.
Y ese padre demostró en su afanosa e incansable búsqueda, como la que mantienen padres y madres por sus hijos desaparecidos, su amor más allá que las palabras.
Así que concluyo: hijos tomen en cuenta a sus padres porque quizá no lo dicen, pero los aman; padres, díganle a sus hijos cuánto los aman, ahora que están presentes.
Ya saben, cual comentario lo pueden enviar a mis cuentas de Facebook/ Eliseo Tejeda Olmos y twitter/ EtoVeracruz