viernes, 24 de junio de 2016

Abuso policíaco, un tema que no se debe desatender

"La proximidad al poder, hace creer
a algunos que lo tienen"
Castillo de naipes

Teléfono Rojo
Eliseo Tejeda Olmos

Sin darme cuenta pasaron seis meses sin escribir el Teléfono Rojo. Creo que ha sido la ausencia más larga en ésta mi columna que comencé a escribir allá por 1981 en la parte baja de la primera plana de El Sol de Xalapa.
El nombre de la columna no se derivó del carácter importante y de moda en los años de la "guerra fría" entre los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, en que una línea directa entre los despachos de los presidentes de ambos países servía para tratar asuntos que de no resolverse afectarían el entorno mundial.
No, la idea de titularla Teléfono Rojo se inspiró en los teléfonos que de ese color, existían en las oficinas de gobierno y que funcionaban de manera vertical, de arriba hacia abajo, para que los funcionarios de más alto nivel se comunicarán con los subalternos.
Quería yo que esa columna sirviera de medio de comunicación entre los lectores de periódicos y la gente que gobernaba, al enterar a éstos últimos de lo que los ciudadanos querían se atendiera y solucionara, así que habrán de imaginarse sin error, que los temas tratados han sido diversos e involucrando a la política y los políticos, pero principalmente los problemas de la sociedad.
Hoy, aunque en un breve periodo de descanso, no pude mantenerme ajeno a tratar un lamentable hecho que ha vuelto a cimbrar mi ciudad, Xalapa, la capital del estado de Veracruz y que ha sufrido como nunca antes -que yo recuerde- una ola de violencia que duele a quienes habitamos la que fue la "Atenas Veracruzana" y "Ciudad de las Flores".
Los sucesos de sangre que alimentan las páginas de información policíaca no han faltado en la ciudad, pero habían sido esporádicos y por lo mismo muy comentados pero se quedaron atrás. Nunca fueron como ahora, en que fuera asesinada más de una persona y que los culpables se mantuvieran impunes.
Pero el colmo ha sido enterarnos que elementos de Seguridad Pública, si, esa dependencia tan cuestionada en los últimos seis años, balearon a unos ciudadanos porque uno de ellos los insultó y después se refugiaron en un domicilio particular de la colonia Carolino Anaya, al noreste de la ciudad.
El presunto abuso expuesto por las notas de los portales de Internet es que los policías insultados ubicaron la casa en que se escondieron los ofensores y los sacaron a la calle para que, de acuerdo a esas versiones periodísticas, una mujer policía les disparara cuando ya estando sometidos.
No abundan las informaciones si es que los baleados siguieron con sus insultos o hasta hayan amenazado a los uniformados, cuestión que debe apuntarse, está presentándose de manera recurrente entre hombres y mujeres que retan a los policías presumiendo sus nexos con la delincuencia organizada y advirtiendo que es mejor que ni los toquen con el pétalo de una rosa o de lo contrario pagarán las consecuencias.
Lo que si ya se ha informado de parte de la SSP mediante un comunicado oficial es que "los elementos realizaron detonaciones para proteger su integridad, resultando heridas tres personas, dos en las pantorrillas y el tercero en la cintura, por lo que de inmediato solicitaron la presencia de los Servicios de Salud para su valoración médica".
Pero el delito de agraviar a la autoridad tiene sus sanciones específicas, que bien pudieron aplicarse y si se quisiera, hasta con severidad a los transgresores.
Sin embargo, al parecer no ocurrió de ese modo y los elementos de la SSP habrían preferido el abuso de la fuerza y las armas que les son entregadas para defenderse de un ataque de los delincuentes, no para agredir a ciudadanos y mucho menos si están desarmados, aunque la versión oficial afirma que uno de ellos atacó a los uniformados con un machete.
Los tiempos son muy difíciles y la inseguridad se pasea por las calles de la capital del estado, principalmente en sus colonias periféricas, por lo tanto no se puede tener mano blanda para meter al orden a quienes han hecho de esos lugares coto de caza para asaltar y agredir.
Hay policías que han sido insultados desde el interior de las casas y no han recurrido al allanamiento de morada para cobrarse el insulto. Los uniformados del suceso que ha cimbrado -otra vez- a la que fue un oasis de tranquilidad en todo Veracruz, no actuaron de la manera en que lo establecen sus propios reglamentos y por eso deberían ser sancionados si una investigación acuciosa sobre lo que realmente sucedió en la colonia Carolino Anaya así lo determina.
De no hacerlo, se reiteraría un desagradable mensaje a los ciudadanos que al fin y al cabo deberían protegidos por los que en teoría, son servidores públicos, no "la ley" como se autoconsideran o se les ha enseñado.
La verdadera figura de un policía cercano a los ciudadanos es de las muchas cosas que deben recuperarse no solamente en Xalapa, sino en todo Veracruz.

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