jueves, 4 de agosto de 2011

Incertidumbre y luto


Teléfono Rojo
Eliseo Tejeda Olmos

La tarea del periodista siempre incomoda, no solamente a los que detentan el poder, también a las turbas y los fanáticos. Los señalamientos, apuntes, informaciones, opiniones y comentarios públicos que los periodistas hacemos de lo que sucede en el entorno inmediato y lejano, pocas veces son aceptados por quienes en ellos se ven involucrados.
Pero eso es uno de los muchos gajes del oficio. Regularmente no tratamos de agradar al poderoso o quedar bien con persona alguna, simplemente se aporta con el escrito o la voz, el dato, la situación que a muchos afecta y que causa inconvenientes a los más para beneficio de uno o unos cuantos.
En Veracruz se han venido dando secuestros, amenazas públicas y asesinatos de periodistas en evidente vinculación con lo que escriben, opinan y comentan. El más reciente crimen, que quisiéramos escribir como el último, fue el del columnista de Notiver Miguel Ángel López Velasco, más conocido como Milo Vela. Entraron a su casa y lo masacraron junto con su esposa e hijo menor. Es indudable que la impunidad alentó a los asesinos.
La sociedad demanda periodistas libres, comprometidos con la verdad, que sean su voz y en sus respectivas  tribunas mediáticas, lo cual la mayoría intenta cumplir en una tarea autoasignada que provoca agresiones, amenazas y hasta la muerte.
A cambio, el periodista cuando mucho recibe un reconocimiento moral, un aplauso el día de su sepelio, que en público causa caras de pesar, pero que en privado es motivo hasta de festejo por los protagonistas del poder que ríen ante la desaparición de un crítico de su hacer y mal quehacer.
La incertidumbre siempre ha sido compañera inseparable de los periodistas, cuando salen a la calle para cubrir hasta la más aparentemente inocua noticia. Los reporteros lo saben y lo toman como riesgo de trabajo. Los columnistas críticos también saben que la más de las veces, molestarán al sujeto o individuos de los que hablen y señalen. Reporteros y columnistas consideran que es un riesgo que conlleva el cumplimiento de lo que han tomado como un deber para con la sociedad, con los que no tienen voz.
Pero nunca, los periodistas nos acostumbraremos al asesinato de uno de quienes forman parte del gremio. La incertidumbre es cotidiana, pero el luto no tiene porque serlo.

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