lunes, 3 de octubre de 2011

¿Cómo consolar a una Madre?


Teléfono Rojo
Eliseo Tejeda Olmos

Aun conociendo tanto las palabras, por más que se busque no puede encontrarse las que den consuelo a la Madre de Gabriela Arlene Benítez Ibarra, desaparecida desde hace tres meses y cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el viernes pasado. El sentimiento de impotencia se apodera de todo aquel que conoce del caso, una joven y prometedora vida truncada por un asesino que continúa suelto y ahora resulta que podría ser “serial”.
Tampoco se pueden encontrar las palabras de consuelo para los jóvenes desaparecidos como el joven Alfredo Pelayo Chávez, quien un tiempo residiera acá en Xalapa y quien no ha sido encontrado después de que viajó a la frontera norte de México para comprar una camioneta, hace ya varios meses.
El insoportable e indescriptible dolor de los padres que pierden a un hijo o hija en tan desgraciadas circunstancias no se le desea ni al peor enemigo. Solamente queda el consuelo Divino.
Si es un “asesino serial” entonces el peligro para los jóvenes xalapeños que viven o deambulan por esos rumbos del norte de la ciudad está latente y demanda una investigación profesional, científica de parte de la AVI, el brazo investigador de la Procuraduría General de Justicia.
La Policía Ministerial cambió de nombre dizque para mejorar, pero con lo sucedido en el puerto de Veracruz con la arbitrariedad cometida por tres elementos de la Agencia Veracruzana de Investigaciones en agravio de tres periodistas que cumplían tareas de trabajo en el Servicio Forense, uno de ellos plenamente identificados con el número de placa y el vehículo oficial que utilizan para el servicio, demuestra que las cosas siguen igual: es decir, son elementos capacitados para otras tareas, menos para las de investigar. Si en verdad la PGJ quiere mostrar un cambio, entonces a estas alturas ya deberán estar presentados los arbitrarios y puestos a disposición para sancionar su actuar, pues en nada ayudan a un Gobierno que está empeñando en cumplir con otorgar seguridad y confianza a sus gobernados.
Porque si hombres y mujeres que se dedican a la cada vez más difícil tarea de informar son cooptados y agredidos por aquellos a los que se les ha encargado investigar para ayudar en la tampoco fácil tarea de la procuración de la justicia ¿qué puede esperar el ciudadano común, de a pie, que bastante angustiado está por los lamentables hechos delictuosos que se han presentado en Veracruz?
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